La neumonía es un proceso infeccioso e inflamatorio de la vías respiratorias inferiores, esto es, de los saquitos donde se llena de oxigeno la sangre y a la vez se expulsa el dióxido de carbono del cuerpo. Esta inflamación hace que se acumule líquido y células inflamatorias en el segmento del pulmón afectado lo que trae como consecuencia dificultad para respirar, fiebre y dolor torácico.
Hay muchas causas de neumonía pero las más frecuentes son las infecciosas, que pueden ser virus, bacterias, hongos o parásitos. Clínicamente se clasifica en Neumonía Adquirida en la Comunidad (NAC) que son aquellas que el niño contrae en su medio habitual de convivencia (hogar, maternal, escuela) y la Neumonía Intrahospitalaria, que se refiere a niños hospitalizados que secundariamente se enferman de neumonía y que son de mayor gravedad. La gran mayoría corresponden a NAC y gran parte de las veces pueden ser tratadas en forma ambulatoria (no requieren ser internados).
La gran mayoría de las neumonías son causadas por virus, que son agentes infecciosos que no requieren tratamiento con antibióticos, y entre ellos los más frecuentes son los adenovirus, el virus de la influenza y parainfluenza, los rinovirus y el virus sincitial respiratorio. Generalmente estas infecciones pulmonares virales están precedidas de dos o tres días de una infección de vías respiratorias superiores, un resfriado común y avanzan lentamente hacia las partes inferiores del tracto respiratorio.
Las infecciones bacterianas son las de más rápida presentación y las bacterias causantes dependen de la edad del paciente, siendo el Streptococcus pneumoniae y el Staphylococcus aureus los gérmenes más frecuentes en los niños menores de un mes. En lactantes (niños de 1 mes a 2 años) y preescolares (niños de 2 años a 5 años) el principal patógeno bacteriano es el Streptococcus pneumoniae, además ocasionalmente es causada por la Chlamydia trachomatis y por el Mycoplasma pneumoniae. En niños mayores de 5 años el Streptococcus pneumoniae y Mycloplasma pneumoniae son los principales agentes bacterianos.
Todas las anteriores consideraciones y clasificaciones son muy importantes cuando el médico tiene ante sí un paciente que sospecha está afectado de una neumonía ya que el tratamiento depende en gran parte de todos estos factores.
Manifestaciones clínicas
Estas dependen de la edad, en niños menores de un mes son muy inespecíficas y suelen ser fiebre, irritabilidad, rechazo al alimento, aumento en la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardíaca. Es norma general en la práctica pediátrica que a todo lactante menor que se presente con esta sintomatología se ingrese en el servicio de emergencias para completar estudios diagnósticos e iniciar tratamiento empírico (basado en los gérmenes más frecuentes a esta edad).
Los lactantes mayores y preescolares se presentan con un cuadro previo de congestión nasal, fiebre, descarga nasal transparente, escalofríos, que evoluciona con el transcurso de los días con tos persistente, respiración rápida, retracciones en las costillas que se marcan al inspirar, hundimiento en la parte superior del tórax (agujero supraesternal) y sobre las clavículas, movimientos en las alas de la nariz (aleteo nasal), decaimiento y postración. En fases más avanzadas el niño se presenta francamente enfermo, pálido, sudoroso y en algunas ocasiones con un color violáceo o azulado alrededor de la boca y en las uñas de manos y pies (poca oxigenación de la sangre).
En los niños mayores y adolescentes están presentes todos estos síntomas pero asocian comúnmente más dolor torácico y la sensación de falta de aire al respirar.
Todos estos pacientes deben ser abordados en forma inmediata, se les realiza un examen físico completo, una radiografía de tórax y exámenes de sangre. Dependiendo de los resultados y principalmente de la afectación de su estado general se toma la decisión de manejarlos en forma ambulatoria o bien hospitalizarlos. Se da tratamiento en el hogar si el niño luce bien hidratado, sin signos de insuficiencia respiratoria moderada o severa, que no tengan vómitos severos y cuyos padres sean adecuados para el cumplimiento del tratamiento. Se hospitalizarán aquellos niños que luzcan moderada o severamente enfermos, que necesiten oxigeno suplementario, con una neumonía extensa, deshidratados o que por alguna razón se prevea un inadecuado cumplimiento del tratamiento. El tratamiento consiste en fluidos intravenosos, oxigeno, antibióticos según la edad y el germen que se sospeche y vigilancia continua para prevenir cualquier complicación.
La forma más adecuada de prevenir este tipo de infecciones es teniendo el esquema de vacunación completa, que actualmente incluye la vacuna para el Streptococcus pneumoniae (neumococo), vacunar a los niños contra la gripe estacionaria, técnicas de estornudo en la población adecuadas para evitar la propagación de los gérmenes, un lavado de manos estricto en todos los medios sociales de los niños y acudir oportunamente a su médico cuando no se observe una evolución satisfactoria de un cuadro gripal.
Fuente de información:
Jorge Arturo Arce Jiménez
Médico asistente
Servicio de Emergencias
Hospital Nacional de Niños “Dr Carlos Saenz Herrera”
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