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El regreso a clases después de unas largas vacaciones suele  ser emocionante y estresante a la vez, para muchos niños y niñas el volver a clases es una aventura, que significa jugar, compartir, realizar actividades divertidas, conocer nuevas personas y para otros niños y niñas es una experiencia traumante, lejos de casa, sin papá ni mamá cerca.

Principales temores que enfrentan los niños al regresar a clases:

Si es la primera vez que van a la escuela, el temor es total, sobre todo por la separación de los padres, la incertidumbre de un “supuesto abandono”, el desconocimiento de lo que es un sistema educativo, el conocer a un maestro o maestra que quién sabe cómo será y el enfrentamiento con muchos otros niños y niñas desconocidos no es nada fácil de enfrentar.

Si regresan a nuevo ciclo escolar, el conocer al nuevo maestro o maestra y pensar en cómo será su relación con ellos y el extrañamiento del profesor anterior (aunque la relación no haya sido del todo buena).

La emoción de estrenar mochilas, uniformes, libros y todo tipo de útiles escolares, con sus personajes favoritos.

El reencuentro con los amigos queridos, pero también con los compañeros que no caen bien o peor aún con los que se tuvo algún pleito durante el año anterior.

El temor a la disciplina que de alguna forma se rompe durante las vacaciones y que acarrea presiones a todos los familiares.

La frecuente aversión a las tareas escolares.

Experiencias previas no gratas en la escuela o con pasados maestros o compañeros.

La presión en la escuela, la casa, las clases especiales y el control del tiempo minuto a minuto.

El compartir en familia, levantarse tarde, no realizar tareas, ver mucha televisión, no tener  rutinas, fomentan que el regreso a clases se torne más difícil por lo que es importante seguir las siguientes recomendaciones:

Ver el regreso a clases como algo positivo y muy importante.

Escuchar sus temores, dudas, intereses y expectativas con mucha atención y orientarlas respetuosamente en todo momento.

Establecer y respetar los horarios para levantarse, dormirse, alimentarse, tomar clases especiales, hacer tareas y jugar o entretenerse.

Estar pendientes de todos los cambios posibles de conducta o actitud que puedan ser manifestaciones de algún problema no resuelto en la escuela o en su vida personal. Tener en cuenta que los problemas para ellos son tan grandes e importantes, como lo son los nuestros.

Hay que recordar que  es mucho el tiempo que los niños  y las niñas estarán en la escuela y que esa debe ser una etapa de aprendizaje  placentera y no de angustia y temor.

Que sea una etapa de escuela divertida, donde los  estudiantes aprendan y disfruten de cada momento, es responsabilidad de los padres y educadores velar para que los niños y niñas se realicen, en un ambiente de respeto.

 

Fuente de información:
Karla Sibaja Rojas
Psicóloga con énfasis en Modificación de Conducta, Estimuladora Temprana