Adaptarse a un confinamiento como el que hemos tenido que vivir para evitar la expansión del coronavirus ha exigido reorganizar la vida en familia. Para los niños que toda su rutina cambió y no han podido volver a incorporarse a sus actividades diarias como asisitir a clases presenciales y asumir la obligación de estudiar, jugar y hacer ejercicio en casa ha podido desestabilizar la armonía del hogar provocando efectos negativos en el ámbito emocional.
Durante el confinamiento los factores que pueden afectar más a nivel físico y psicológico son las pérdidas de hábitos y rutinas, como también el estrés psicosocial; de acuerdo al primer estudio que analiza el impacto psicológico de la cuarentena por COVID-19 en China (Wang, Pan et al., 2020). La interrupción de hábitos durante el confinamiento y la instauración de otros poco saludables, malos hábitos alimenticios, patrones de sueño irregulares, sedentarismo y mayor uso de las pantallas, pueden derivar en problemas físicos.
Las principales variables implicadas en el impacto psicológico son: alteraciones de sueño, episodios de rebeldía, rabietas, cambios de humor, peleas entre hermanos, miedo y ansiedad. De igual manera pueden presentar retrocesos en etapas superadas como por ejemplo: si ya habían dejado el pañal, pueden retroceder y volver a orinarse. En el caso de que se presente un cambio en estas conductas es importante estar pendientes y si es necesario buscar la ayuda de un profesional.
¿Cómo podemos ayudarles a sobrellevarlo?
Para hacer los días más llevaderos se recomienda las siguientes medidas que deben ser adaptadas a la edad y circunstancia de cada niño:
- Se debe establecer rutinas claras por ejemplo con las horas de sueño, es importante no descontrolar tanto el reloj biológico de los niños.
- Realizar actividad física en casa para que descargue energía y también mantener una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y legumbres.
- Es importante estimular su actividad cerebral, con diferentes incentivos mentales como por ejemplo juegos de lógica, juegos de mesa, rompecabezas, entre otros.
- En un momento como este, los niños pasarán por multitud de emociones al día, igual que lo hacemos los adultos. Y no se trata de que eviten sentirlas, sino de que aprendan a gestionarlas. Hay que ayudarles a experimentarlas y manifestarlas, hay que permitir que las exprese y aprenda a identificar su rabia, tristeza o miedo. Como también es importante que como padre o madre también exprese las suyas y así el niño pueda seguir el ejemplo.
- El hecho de querer salir a la calle y no poder hacerlo les brinda una oportunidad para fomentar su paciencia, aprender a esperar y tolerar la frustración.
- Realizar diferentes actividades que sean novedosas para no caer en una rutina.
- Establecer reglas para el uso de dispositivos electrónicos para no caer en el uso excesivo de los mismos.
- Potenciar su autonomía y autoestima motivándolos a realizar sus deberes solos.
Fuente de información:
Licda. Norma Astúa González
Cod. 5458
Psicóloga
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