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Cuán importante es pensar en la educación de nuestros hijos, y las huellas que dejamos al hacerlo. Lecciones positivas… lecciones negativas; una tarea para la cual no hemos tenido más referente que la forma que fuimos educados (para bien y mal) y lo que hemos observado de otras personas; lo cierto es que no existe una escuela que nos enseñe cómo debemos formar a nuestros hijos y aprovechar la gran cantidad de oportunidades que tenemos en la infancia de nuestros hijos para desarrollar su potencial , crear una sana autoestima, un carácter crítico que les permita reconocer amenazas y oportunidades en su vida y actuar en consecuencia; desarrollar un adecuado control emocional para saber relacionarse positivamente consigo mismo y los demás, entre otros. Es la época más propicia para promover conocimientos, valores y creencia que les guíen durante toda su existencia; un proceso que inicia con la reflexión que hagan los padres de la forma cómo fueron educados cuando eran niños y las creencias que tengan acerca de las distintas formas de cómo se debe educar.

Educar sin agredir es un reto porque exige saber cómo controlar las emociones propias cuando se presenta en nuestro hijo una conducta no deseada. Plantea la necesidad de conocer al niño como individuo para saber qué estímulos son convenientes de aplicar en la regulación de su comportamiento. Requiere reconocer que el niño no conoce los límites para lo que puede o no puede hacer y que dentro de su desarrollo psicológico es normal y conveniente que constantemente ponga a prueba la validez del modelo que representamos para él. Ya que somos el máximo referente que tiene para su formación como individuo.

El castigo físico y psicológico puede ser muy efectivo para eliminar la conducta indeseada, pero a todas luces indebido. Quien educa así lo hace por su incapacidad para dialogar, instruir y negociar con un ser mucho menor en edad y experiencia. La agresión no se justifica de forma alguna y menos con un niño; no educa sino que impone; tiene efectos secundarios ya que genera resentimiento y complica el manejo de las emociones en toda la vida de ese ser.  Pensar que “conmigo funcionó”  porque me considero una “buena persona” o porque “me lo merecía” es una forma de evadir el dolor  y la frustración que se desarrollo para sobrellevar el dolor que sentimos. Al no reconocer esto, no vemos problema alguno, y por consiguiente, tampoco la necesidad de cambiar en lo que hacemos con nuestros hijos y terminamos dañándolos psicológica y afectivamente.

Existen formas más efectivas de educar, a continuación le presentamos algunas recomendaciones para educar correctamente:

  • Eduque a su hijo para que sea él mismo. Su vida no le pertenece a usted, es su guía, quien reconociendo sus fortalezas y limitaciones, le corrige y estimula. Tenga presente que las expectativas y las creencias que usted tiene marcan la vida de su hijo.
  • Enfocarse no sólo en lo que el niño falla sino también en sus aciertos. El esfuerzo es una forma sana y más afectiva de educar. Hay que prestar atención a las conductas positivas del niño y no concentrarse tanto en las negativas.
  • El reconocimiento, o la corrección, por lo que el niño hace debe estar expresado de una forma directa y específica. Esto implica que no se trata de decir al niño “Eso no se hace” ya que “eso” es un término ambiguo que puede ser interpretado de diversas formas que pueden llegar a confundir al niño. De igual forma es más efectivo expresarle al niño, en forma positiva, lo que deseamos que haga, ello implica cambiar según el siguiente ejemplo: “No hables con comida en la boca” por “Si hablas con comida en la boca no entiendo lo que dices”. Por otro lado el cerebro no presta atención los “NO” sino a la acción (no hables con comida en la boca es entendido como hablar con comida en la boca); por otro lado el cerebro se centra en la intención del niño, en este caso es el de comunicar algo, por lo que nuestra explicación le ayuda a encontrar las formas más efectivas.
  • No sólo se trata de felicitar al niño cuando deja de hacer algo que no debe sino de reforzar la ausencia de ese comportamiento. El mensaje que el niño recibe es que no es necesario recurrir al desarrollo de conductas indeseables para llamar nuestra atención, y que más la tienen cuando por lo contrario, su comportamiento es el adecuado; ello fortalece su autoestima le motiva para su superación personal.
  • Sea consciente. Sí  impuso o advirtió sobre un castigo por determinada conducta, aplíquelo ya que de otra forma, el niño no le prestará atención, reforzará la conducta indeseada y usted perderá el respeto que él siente hacia usted.
  • No advierta más de dos veces sobre una sanción. El niño, por el desarrollo mismo de su inteligencia, prueba los límites. Su credibilidad ante el niño, se hace cada vez menor conforme sean más las advertencias que hace y no cumple.
  • Fortalezca la autonomía de su hijo; no haga por ellos lo que ellos están en capacidad de hacer. Muchas veces, los padres crean la dependencia por sus propias carencias, traumas y frustraciones. Es el caso de una madre que recoge siempre los juguetes del niño, después de que éste los ha utilizado, para sentir que es útil e importante en la vida de su hijo; el ser necesitada hace que no afronte y resuelva sus propias necesidades, el ser necesitada hace que su hijo sea un ser dependiente y limitado.
  • Respete al niño por pequeño que sea. Si bien, sus recursos para exigir respeto son escasos, ello no implica que no sea digno de todo respeto, ni que las faltas al mismo sean desapercibidas ya que el cerebro, en su inconsciencia lo almacena y en su vida lo manifiesta a través de la calidad del vínculo con sus padres y cuidadores. Cabe en esto el dicho: “Se cosecha lo que se siembra”.
  • Eduque en la convicción y el amor y no con el miedo y la agresión. El niño necesita respuestas para las conductas que les son sancionadas; hay que proporcionárselas con un lenguaje y recursos que le sean comprensibles. Si ello no se hace, no sólo se pierden oportunidades significativas de aprendizaje sino también, se lleva al niño a incorporar la creencia incondicional en su vida, en donde él no tendrá el control de su vida sino que lo cederá a otro.
  • Controle sus emociones. Al sancionar una conducta inapropiada. Excluya sus sentimientos (enojo, llanto, resentimiento, entre otros; hágalo con frialdad y firmeza. Tenga presente que en el campo de las emociones los niños tienen grandes ventajas y amplios recursos. Lo contrario sucede cuando refuerza o premia las conductas y logros del niño; las emociones deben estar presentes para que el niño se goce y reconozca la convivencia de un buen comportamiento.
  • Es necesario comprender que los conflictos son una parte importante en la vida del ser humano; no se trata de evadirlos sino de aprender a enfrentarlos ya que en ellos encontramos situaciones importantes de aprendizajes para proporcionarles a nuestros hijos una vida con mayores recursos para alcanzar su felicidad y realización

¡Eduque con amor y sabiduría!

 
Fuente de información:
 Eisen Ríos Ruh
 Psicólogo infantil.