Los niños que manejan dos o más idiomas son una realidad cada día más común en nuestro país.
La adquisición del lenguaje demora años, por eso mientras más temprano se estimule segundos idiomas más fácil será dominarlo. El cerebro posee centros de lenguaje que están especialmente preparados para manejar el código lingüístico. Antes de los 10 años, una nueva lengua produce cambios estructurales en estos centros y la persona aprende los segundos idiomas sin acento.
Hasta los 8 años (aproximadamente) los niños y las niñas poseen una gran facilidad para aprender idiomas, el mejor método es hablarles en la casa en los idiomas que sean posibles.
Posteriormente el aprendizaje recae más en los centros de la memoria que en los del lenguaje y por eso en los adultos el proceso es más intelectual que los niños.
Mucho antes de saber hablar, los bebés son sensibles a las entonaciones propias de cada lengua, diferencian dos idiomas por el acento. Los niños están genéticamente preparados para aprender a hablar más de un idioma. Los bebés nacen con millones de células en el cerebro que controlan el lenguaje. Las cuales se conectan formando “caminos”, cuando escuchan a un adulto hablar se fortalecen esos “caminos”. A los 10 años estos caminos ya están bien desarrollados y por tanto cuesta más aprender otro idioma.
Estudios demuestran que el cerebro de un niño(a) es capaz de memorizar dos o más lenguajes en forma simultánea en una misma región de la corteza cerebral, utilizando un único grupo de neuronas, a diferencia de los adultos, quienes al aprender un segundo lo almacenan en un área diferente.
Aprender una segunda o más lenguas es beneficioso (en edades tempranas) ya que el cerebro crece a medida que se producen nuevas conexiones neuronales y que estas dependen en gran medida del tipo de estimulación e información que reciba el niño del entorno.
Ser bilingüe o políglota implica manejar los códigos lingüísticos con la misma eficiencia. No se trata tan sólo de comunicarse, sino de pensar en otro idioma. Tener dos lenguas abre un mundo de posibilidades al niño; al poseer un doble instrumento para pensar se le facilita cualquier aprendizaje: desde las matemáticas hasta una tercera lengua.
Cuando en la familia existe un ambiente estimulante y educativo que favorece el desarrollo lingüístico del niño estamos contribuyendo a proporcionarle un instrumento que le facilitará la adaptación social y su desarrollo personal. En general, todos los niños requieren cierto grado de estimulación dentro del hogar para que el aprendizaje del lenguaje se realice.
Fuente de Información:
M.P.s. Nathalia Calderón Astorga
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