Cómo podemos los padres demostrarles afecto a nuestros hijos sin malcriarlos?
Cómo podemos manejar los límites en ellos sin maltratarlos?
Cómo manejar el castigo infantil sin maltrato físico y psicológico?
y otros aspectos que considere relevantes.
“Un vínculo seguro garantiza relaciones positivas, estimula la autonomía del niño o la niña y fomenta una visión positiva de sí mismo y de los demás”.
El tema de la educación es cada día más estudiado por los padres, quienes se interesan por aprender técnicas de comunicación y de manejo de límites con sus hijos, sin embargo, no debemos olvidar que la educación y el afecto deben ser dados de forma paralela, no solo para obtener resultados positivos en términos de límites, sino también para tener una relación de cercanía y confianza para con los nuestros.
La relación entre padres e hijos es de vital importancia, ya que desde nuestro primer contacto se empieza a desarrollar un vínculo afectivo, que como veremos, es el legado más grande que podemos dejarles para su vida, ya que le proporcionará confianza y seguridad. Los vínculos afectivos que se crean durante los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y así mismo, de nuestro equilibrio emocional. Cuando el niño nace es totalmente dependiente de sus cuidadores y posteriormente se hará más autónomo, pero de igual forma seguirá necesitando su afecto y apoyo incondicional. La construcción de un vínculo adecuado implica expresar abiertamente el afecto que sentimos, hacer sentir a la persona querida y aceptada tanto por las cualidades que nos gustan de ella, como por las que no. Conlleva crear espacios de intimidad, dedicar tiempo e implicarnos activamente en conseguir el bienestar del otro, escucharnos, abrazarnos.
La imagen que vamos construyendo de nosotros mismos es el reflejo de lo que nuestros seres más queridos nos devuelven y condiciona las relaciones que tenemos con los demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas. Es por esto que un vínculo afectivo sano con tu hijo o hija garantizará relaciones futuras de confianza, procurará mayor seguridad en sí mismo y servirá de “salvavidas” cuando surjan los conflictos. Permitiendo al niño desarrollar esquemas mentales en los que sus padres sean asociados a sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad; que más allá de llevarlo a ser dependiente de los mismos y usarlos como escudo ante los problemas, formará un niño independiente y seguro de sí mismo que se auto-regula y confía en sus propias capacidades.
En el día a día de los padres o cuidadores, los adultos vemos comportamientos en los niños que no entendemos y podemos vernos enfrentados ante situaciones en las que no sabemos cómo actuar correctamente. Es acá donde es importante que padres y cuidadores deben tener en cuenta que a medida que los niños y niñas crecen, van manifestando conductas y actitudes relacionadas con los cambios físicos, cognitivos, emocionales y de desarrollo social que están experimentando. Es por esto que para entender el comportamiento de tu hijo o hija tienes que conocer los aspectos principales de cada etapa de su desarrollo, sus necesidades y cómo responder ante ellas adecuadamente.
Ahora bien ¿qué podemos hacer como padres, madres o cuidadores para garantizar un vínculo afectivo seguro que nos permita educar y amar a nuestros hijos?
Con niños:
- Atiende sus necesidades de manera efectiva y averigua qué le pasa. Esto requiere que seas observador cuando es muy pequeño y, más adelante que mantengas una actitud de escucha y empatía hacia él o ella.
- Protégele del peligro pero sin ser alarmista. Es muy positivo que transmitas un estado de tranquilidad cuando tu hijo o hija no esté junto a ti.
- Expresa tu afecto abiertamente, con gestos y palabras, besos y abrazos.
- Dedica tiempo a jugar con el bebé o el niño. Permítele que establezca su propio ritmo, evita dirigir siempre el juego.
- Algunos bebés lloran mucho y son fácilmente irritables. Si es así, responde con calidez, procura el contacto físico e intenta calmarle con suavidad.
- Educar con afecto implica también establecer límites y normas. El niño o la niña necesita orientaciones sobre cómo vivir en familia y cómo respetar los derechos de los demás para vivir en sociedad.
- Muestra interés por sus preocupaciones e intereses a lo largo de su desarrollo. Una actitud abierta a escuchar y dialogar garantiza que cuando tu hijo o hija se enfrenten a dificultades no tengan miedo de pedirte ayuda o consejo.
Con Adolescentes:
- Compartan tiempo juntos
- Apóyale y confía en él, potencia su autoestima
- Implícate en su ámbito académico
- Interésate por sus amigos y amigas
- Permanece cerca, pero respetando su privacidad
Beneficios del vínculo seguro:
Como venimos hablando, un niño o niña que ha establecido un vínculo seguro no necesita permanecer “pegado” a sus padres. Esta tranquilidad, por el contrario, le permite tomar distancia y explorar el entorno, jugar a su aire y aprender cosas nuevas, lo cual potencia el desarrollo de su sistema nervioso y estimula su capacidad intelectual.
Recuerda que esto requiere que te involucres a diario, que muestres empatía con los sentimientos de tu hijo o hija y le animes a que confíe en sus capacidades. De esta forma tu hijo o hija se esforzará al máximo, pero no temerá al fracaso, porque sabe que sus padres no le retirarán su afecto si el resultado no es el deseado. Afrontará los retos como una oportunidad para superarse, y no con miedo a decepcionar a los demás si se equivoca.
¡Potencia su autoestima! Conocer a tu hijo o hija y aceptar tanto sus limitaciones como las tuyas te ayudará a resolverlos problemas con más facilidad. Somos únicos y especiales, por ello, debes dejar de lado comparaciones y no debes proyectar en el niño o niña ideales sobre cómo debería ser. Esto puede coartar su yo auténtico y provocar sentimientos de rechazo y, por tanto, inseguridad, rabia o tristeza. El niño o la niña con baja autoestima puede ser muy manipulable, incapaz de tomar decisiones u opinar, o bien reaccionar de manera violenta ante rivalidades o pequeñas críticas. El vínculo afectivo sano, basado en el conocimiento mutuo, la aceptación del otro y la demostración de cariño, proporciona una base adecuada para el reconocimiento y la expresión genuina de emociones. Genera un clima idóneo para la confianza y la comunicación, imprescindible en etapas de crisis como a la adolescencia.
Alternativas al castigo físico y maltrato psicológico:
Ser padre o madre no es una tarea fácil y la gran mayoría intenta hacer lo mejor posible, evitando patrones de crianza con los que no está de acuerdo, o incluso repitiéndolos al no encontrar otras alternativas. Antes que nada, calma. El hecho de que estés tomando un espacio de tu valioso tiempo para leer estos consejos, indica que tienes deseos de mejorar o fortalecer la relación con tu hijo o hija y que esperas que sea feliz a tu lado.
Lo primero que debe quedar claro es que el castigo físico no es una opción, al menos no, si quieres tener éxito no solo en su educación sino también en su relación afectiva, que como ya vimos es tan importante. El castigo físico no es eficaz, y lo que es peor aún, con esta herramienta de castigo, el niño aprende que amor y violencia pueden ir de la mano, que cuando soy más fuerte tengo el derecho de ejercer mi poder sobre otro para imponer mi voluntad, que la inmediatez de la fuerza es más útil que la opción del diálogo y el establecimiento de límites.
Claro está que la opción del diálogo y el establecimiento de límites requiere más esfuerzo, tiempo y dedicación; y de ingredientes como la paciencia, el esfuerzo y la constancia. Pero los resultados son muy positivos, ¿no vas a intentarlo?
Para empezar, es importante tomar conciencia de que tanto educar con autoritarismo (aquí mando yo), como con demasiada permisividad (dejando que el niño o la niña haga y deshaga a su antojo y comprándole todo lo que desee para no complicarnos y que nos dejen en paz), tiene consecuencias perjudiciales para ellos, para la familia y para la sociedad. Explico a continuación el por qué:
- Enseña con límites impuestos por el miedo.
- No hay espacios para razonar, dialogar y entender.
- Prepara personas sumisas o agresivas a las que no se les enseña a razonar, cuestionar o tener un criterio propio.
- Se desentiende de dar pautas y de enseñar lo que es correcto y lo que no, de respetar los derechos de otros y los propios.
- Prepara personas egoístas, poco empáticas, con falta de solidaridad o respeto por el bien común.
La buena noticia es que hay un camino alternativo: la educación asertiva, que parte de comprender que nuestros hijos son personas únicas, con cualidades propias, distintas a las nuestras. La base de esta propuesta de crianza nos enseña a respetar su ritmo, su proceso evolutivo y actuar en consecuencia, proporcionándoles amor y límites al mismo tiempo. Padres y Madres son el modelo a seguir del niño y la niña; de las interacciones, los gestos, las formas de hablar y de resolver problemas; los niños irán forjando su personalidad y sus códigos de conducta. No podemos exigir ni esperar que nuestros hijos se comporten de manera diferente a como los hacemos nosotros, somos sus guías y referentes, tanto en lo bueno como en lo malo. Una de las formas en que podemos ofrecerles el mejor ejemplo es a través de cómo los educamos, les guiamos y protegemos: con respeto, diálogo y confianza mutua.
Recomendaciones:
Normas y límites: cómo y cuándo:
- Haga saber a todos los miembros de la familia que las normas se establecen porque son útiles para convivencia familiar, el bien común (ayudar en las tareas de la casa, no estropear los muebles) o individual (hora de aseo e ir a la cama, hacer los deberes).
- Las normas deben tener un motivo e ir acompañadas de una explicación clara.
- Utilice un lenguaje sencillo y adaptado a la edad del niño o niña.
- Asegúrese de que su hijo o hija comprendieron la norma (qué hay o qué no hay que hacer) y el por qué.
- Adapte las normas a la edad de niño o niña y enséñeles cómo hacer para cumplirlas. Recuerde supervisar.
- A partir de los 5 a 6 años se pueden dialogar, pactar y realizar acuerdos con las normas y límites. Hacerles participar en el establecimiento de las normas y límites estimula la capacidad de decisión de los niños, les hace sentir importantes y facilita su desarrollo social y el sentido de la responsabilidad. Así como también estimula y aumenta su disponibilidad y motivación para cumplir los acuerdos.
- Elija un buen momento para establecer las normas. No es útil poner normas cuando estés cansado, enojado o nervioso, ni tampoco cuando el niño esté entretenido con otras cosas.
- Establezca las normas en un ambiente de cariño e interés por el bien del niño o la niña.
- Evite imponer normas de forma excesiva. Si el niño tiene muchas normas, posiblemente no pueda cumplirlas todas y se sienta presionado. Recuerde que los niños también necesitan tiempo de descanso y disfrute, pues es imprescindible para su desarrollo, además de un derecho en la infancia.
Sanciones:
Además de marcar límites, puedes aplicar sanciones si decide saltarse las normas, esto también le ayudará al niño a autorregular su comportamiento y controlar sus emociones.
- Las sanciones deben ser calaras y predecibles. El niño debe saber previamente qué consecuencias conlleva el incumplimiento de las normas.
- Las sanciones deben ser proporcionadas, no prolongarse en el tiempo y tener un sentido reparador del daño. Con frecuencia se piensa que si los castigos “duelen” serán más efectivos y se garantizará que no repita cierta conducta. Pero cuando se llega a castigar a los niños de manera dolorosa (un golpe, gritos, insultos) provocamos culpabilidad, tristeza y enojo. Estos sentimientos claramente no le permiten al niño pensar acerca del daño causado, ni tampoco le ofrecen una alternativa para reparar de otra forma su error.
- Se deben aplicar inmediatamente después de que se ha incumplido la norma y de manera consistente. Es importante que en las familias con dos progenitores, ambos estén de acuerdo con las normas y las sanciones, tanto en su contenido como en su duración. Ya que si el niño percibe contradicciones no tomará en serio a sus figuras de autoridad.
- Mantenga un tono de voz firme, no enojad@. Hable a su hij@ mirándole a los ojos (si es necesario agáchese al nivel de niñ@).
- Recuerda que lo que se desaprueba es la conducta y NO el niño.
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