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La tierna niñez de o a 7 años  es el período más importante

No se puede exagerar la importancia de la educación precoz de los niños. Las lecciones que aprende el niño en los primeros siete años de vida tienen más que ver con la formación de su carácter que todo lo que aprende en los años futuros.

Durante los primeros años de la vida de un niño, su mente es más susceptible a las impresiones buenas o malas. Durante esos años hace progreso decidido en la buena dirección o en la mala. Por un lado, se puede obtener mucha información sin valor; por otro lado, mucho conocimiento sólido y valioso.

  1. Uso de palabras de cortesía: A través del ejemplo de los padres en las conversaciones diarias, el niño las adquiere aprende  los “gracias”, “por favor”, “con mucho gusto” y demás palabras amables, como parte de su vida natural. Difícilmente después de los 7 años quiera aprender este “idioma”.
  2. Comer sin distracciones y sentado a la mesa: Antes de los 7 años, se tiende a alimentar al niño frente al televisor, sentado en los regazos, en una grada, se le permite jugar y comer a la vez y estas actitudes se arrastran a la adultez, donde los tiempos  de alimentación se mezclan con conversaciones telefónicas, comer de pie, frente a la computadora y demás prácticas poco saludables.
  3. Cepillado de dientes después de cada comida: Se dice que la repetición forma un hábito y un hábito rara vez se cambia. Por lo cual la higiene bucodental es una de esos hábitos que de hecho nadie recuerda exactamente cuándo inicio, en la adultez sentimos la incomodidad de no cepillarnos los dientes después de comer y esto se formó en nuestra vida desde edades muy tempranas.
  4. La buena alimentación: En el vientre el niño percibía los sabores de los alimentos consumidos por su madre, al nacer continúa saboreando a través de la leche materna, al iniciar la ablactación, lo que varía es la presentación, más los sabores ya han sido conocidos. Introducir desde los primeros años variedad de frutas, vegetales y verduras, amplía el gusto y aprecio de sabores saludables que lo acompañarán toda su vida. Si bien es natural el interés de los niños por los dulces, no debe promoverse su abuso y predominancia a la alimentación saludable.
  5. La  televisión con moderación: Para nadie es un secreto que el televisor es una “niñera” efectiva para liberar a cualquier madre por un buen tiempo de la insistencia de un niño que demanda atención. Sin embargo permitir el uso de este método por largos períodos y diariamente, promueve la formación de un niño pasivo, que enfoca su atención en una actividad de entretenimiento (pasar el rato) y no recreativa (regenerativa). Desde edades tempranas se debe limitar el tiempo y los programas que el niño ve. Conforme el niño crezca, crecerá su interés por este hobby que muchas veces limita el desarrollo de la creatividad y actividad.
  6. El gusto por el ejercicio físico: Padres pasivos, hijos perezosos. Es desde la cuna, cuando el niño por iniciativa natural quiere jugar, moverse y disfrutar al aire libre. No hay bebé que no disfrute un paseo en coche por el parque. Ni niño que no quiera correr detrás de una bola! No se debe esperar a poder llevarlo a clases de natación, taekwondo u otra práctica que si bien es beneficiosa, se limita a una o dos horas semanales. Ejercicios naturales: correr, saltar, girar, bailar, trepar, imitar movimientos son básicos y suficientes. Se requiere de la actividad física diaria y sencilla para formar un hábito.
  7. La perseverancia y esfuerzo: Antes de los 7 años se considera que cualquier esfuerzo del niño es suficiente y válido, lo cual es cierto, en mediana medida. Sin embargo reforzar cualquier actividad del niño e incluso del bebé, hacia un mayor esfuerzo de acuerdo a sus posibilidades, incentiva a la superación y dar el mejor esfuerzo. Si el niño se acostumbra a justificarse con una actitud de “Yo no puedo”, probablemente lo seguirá haciendo toda su vida.
  8. El dominio propio y manejo de frustración: Aun en brazos el niño quiere que se cumpla su voluntad. Enseñar con amor pero firmeza desde la tierna edad que no siempre se puede obtener lo que se quiere, es prepararlo para la lucha más fuerte que tenemos los humanos durante toda la vida: el dominio propio. Con límites adecuados a la edad, mucha paciencia, amor pero constancia, podemos enseñarle al niño que debe aceptar situaciones que no son de su agrado con una actitud de resignación y aceptación dentro de lo posible. Algunos padres piensan que pueden dejar a sus pequeños que hagan como les plazca en su infancia y que cuando sean mayores podrán razonar con ellos, pero esto es un error, ya que entre más grandes…más grande es el berrinche!
  9. Laboriosidad: Cada niño de acuerdo a su edad, puede y debe aprender a colaborar en tareas del hogar y sentirse feliz de ser útil. Aun los bebés pueden colaborar a recoger sus juguetes y ponerlos en su lugar. Muchas madres se cargan a sí mismas en labores que sus hijos pueden responsabilizarse. Claro, requiere paciencia para enseñar al niño y esperar el tiempo que le tome hacerlo, pero esta lección a temprana edad, lo conservará como hábito de por vida. Después de los 7! Ya es tarde para empezar y requerirá de regaños, advertencias y demás conflictos.
  10. La espiritualidad y principios religiosos: Antes de los 7 años los niños son susceptibles y crédulos. La imaginación fluye con naturalidad y les es más fácil creer en temas que requieren de la confianza en lo que sus padres le dicen de acuerdo a su creencia religiosa. A esa edad se cree aun en Santa Claus, el ratón de los dientes, fantasmas, monstruos y cuanta cosa ven y escuchan. Con mucho más razón es el momento óptimo para enseñarles a creer en Dios, los ángeles y fomentar el hábito de la oración de agradecimiento, protección y bendición, que en edades futuras le brindará un apego y fe en las circunstancias de la vida.
 
Fuente de Información:
Msc. Glinnys Porras
Especialista en Atención Temprana