La meningitis es una inflamación de las meninges, que son un sistema de membranas que recubren el cerebro y médula espinal para su protección. La causa más común de esta inflamación es la infección del líquido cefalorraquídeo, que rodea el cerebro y la médula espinal.
El origen de esta infección puede ser viral o bacteriana, sin embargo, lesiones físicas, o ciertos medicamentos pueden ocasionar también meningitis. La infección de origen viral suele ser leve con una completa recuperación del niño. Cuando es de origen bacteriano, esta puede tener una evolución rápida y grave para el niño, de ahí la importancia de un diagnóstico temprano y tratamiento efectivo.
La infección se produce por gérmenes que llegan a las meninges por el torrente sanguíneo, desde la mucosa respiratoria. Entre los gérmenes bacterianos más comunes en niños mayores de 3 meses se encuentran el meningococo, neumococo y Haemophilus influenza tipo b. Estos gérmenes se pueden encontrar en la garganta y boca de niños sanos, pero no produce enfermedad hasta que ingresan en el torrente sanguíneo.
En el caso de los virus, los más frecuentes son los enterovirus, que se transmiten por contaminación fecal, como cambiar un pañal y no tener el cuidado de lavarse las manos, o utilizar el servicio sanitario y no lavarse apropiadamente las manos. La meningitis se puede transmitir por contacto con secreciones respiratorias de personas enfermas.
Los síntomas que hacen sospechar de meningitis tanto son:
Niños grandes y adultos:
- Fiebre.
- Dolor de cabeza.
- Rigidez en el cuello.
- Náuseas.
- Vómitos.
- Sensibilidad a la luz.
- Alteración del estado de conciencia.
- Falta de apetito.
Niños pequeños:
- Falta de apetito.
- Irritabilidad excesiva.
- Fiebre.
- Difícil de despertar.
Los niños que tienen más riesgo de padecer de meningitis:
- Lactantes menores de 3 meses.
- Niños con sinusitis recurrente.
- Niños con traumas en cabeza o fracturas de cráneo.
- Niños con cirugía de cerebro
El diagnóstico debe realizarse en forma temprana, ya que las secuencias de un tratamiento tardío pueden ser severas, especialmente si se trata de una infección bacteriana. Si la sospecha es alta se realizarán exámenes de sangre y la punción lumbar, que consiste en una punción en la espalda baja, entre el espacio de las vértebras, este procedimiento permite obtener una muestra del líquido cefalorraquídeo, y poder determinar si el origen es viral o bacteriano, u otras causas menos frecuentes como hongos y parásitos.
El tratamiento dependerá de la causa, en el caso bacteriano se necesitan antibióticos intravenosos, por lo que el niño deberá ser admitido en el hospital, si se trata de una meningitis viral no es necesario el uso de antibióticos, la mayoría de los pacientes se recuperan por su cuenta en 7-10 días; y pueden no necesitar internamiento.
Es importante destacar que la meningitis de origen bacteriano puede ser prevenida por la vacunación, por lo que es importante que su niño tenga su esquema de vacunación completo, y ante la duda acuda a su pediatra para que determine si el esquema esta completo o no. Además es importante mantener hábitos de higiene regulares, como lo es el lavado de manos antes de comer, después de cambiarle el pañal a su bebé; evitar el contacto cercano con personas enfermas, en especial si presentan síntomas respiratorios (tos, congestión nasal).
La meningitis es una enfermedad delicada, que puede tener complicaciones muy severas para el niño incluso la muerte.
Y para los sobrevivientes, hay un porcentaje considerable que pueden quedar con secuelas neurológicas severas, de por vida; por lo tanto es importante prevenir la enfermedad, y si hay sospecha de que su niño tiene meningitis, busque atención médica oportuna.
Fuente de Información:
Roberto Bogarín Solano
Pediatra
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