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Debido a la situación país, ha tenido que cambiar el ritmo de vida y las rutinas alimenticias no solo de los adultos como tal si no de los niños, ahora los niños pasan todo el día en el hogar, ya no tienen tanto orden con los tiempos de comida, no pueden hacer mucha actividad física como los entrenamientos de fútbol y otras disciplinas deportivas, no pueden socializar con los amigos como regularmente lo hacían en la escuela, además de esto quizás es más difícil para ellos comprender esta situación, al igual que como a un adulto a los niños todo esto les genera mucha ansiedad y muchas veces se ve reflejada en buscar alimentos dulces y altos en grasa y por ende se puede desencadenar una serie de patologías como obesidad, resistencia a la insulina, diabetes, altos niveles de colesterol y triglicéridos.

Por esto, debemos hacer cambios que pueden ayudar a toda la familia y podemos tomar algo positivo de esta situación, nos puede enseñar a mejorar la alimentación en los niños cuando están en casa como en el periodo de las vacaciones o bien los fines de semana y por qué no pensar en momentos difíciles para ellos como el duelo o situaciones familiares, este puede ser un plan B de la rutina.

Y a todo esto,  la pregunta es ¿cómo hacemos para poder enfrentar esta situación con la ansiedad y la alimentación?

Empecemos por lo básico, estos no son momentos de hacer un plan de alimentación riguroso para los niños, lo que buscamos es mejorar la alimentación y la ansiedad. Luego debemos saber identificar entre hambre física y hambre emocional (ansiedad).

El hambre física se presenta de manera gradual y es el resultado de tener el estómago vacío, se puede saciar con varios alimentos diferentes, a diferencia del hambre emocional, esta aparece rápido y parece urgente e involucra algún alimento o tipo de alimento específico.

Comer por motivos emocionales es algo que se puede aprender. Su influencia como padre o cuidador principal es clave para la prevención.

A continuación algunos tips para frenar la ansiedad con la comida:

  1. Dé el ejemplo. Como padres o cuidadores responsables del niño, enséñeles a comer saludable y no dejarse llevar a comer desmedidamente por ansiedad.
  2. Planificación. Podemos hacer en casa un menú semanal, donde incluya todos los tiempos de comida, de esta forma ya sabemos qué vamos a preparar y no caemos en comprar comida alta en grasa, además, cuando vamos al supermercado hacemos las compras en función a ese menú y no hay desperdicios.
  3. Organización. Cuando vamos al supermercado busquemos opciones saludables de meriendas como: fruta, galletas sin azúcar, barritas de granola con bajo contenido de azúcar, barritas de queso mozarrella, productos integrales como los palitos integrales con semillas de linaza o ajonjolí, pan cuadrado integral, lácteos descremados (bajos en grasa).

En cuanto a los vegetales es mejor cocinarlos previamente y preparar la ensalada, esto en el caso de que no tenga mucho tiempo para cocinar en el momento, de esta forma se puede garantizar el consumo de los vegetales cocidos y crudos. Los puede guardar en los recipientes que pueda reutilizar y es muy importante colocar siempre la fecha en la que los preparó.

  • Varíe la alimentación. Trate de variar en todos los tiempos de comida la alimentación (el menú le ayuda con esto) principalmente en el caso de las meriendas, prefiera incluir fruta entera con cascara cuando la fruta lo permita como por ejemplo, la manzana verde o las uvas, esto con el fin de dar saciedad por el aporte de fibra o bien puede preparar helados caseros de fruta o barritas de yogurt con fruta.
  • Involucre a los niños en la preparación de los alimentos. Siempre y cuando lo permita y estén bajo supervisión de un adulto, los niños pueden ser parte de la preparación de los alimentos, ya sea lavando los vegetales o bien pueden colaborar en la preparación de las meriendas que son más prácticas y sencillas como por ejemplo hacer pinchos de fruta.  Además, van a pasar un momento muy agradable y eso tiene más valor.
  • Incluya diariamente el agua. Los niños tienen que estar muy bien hidratados y beber aproximadamente un litro y medio de agua al día. Cuando tenemos la boca bien salivada (por el consumo de agua) baja el nivel de ansiedad. Puede variar el agua por agua saborizada con fruta (puede ser agua fría con una rodajas de limón o combinar frutas como fresas y limón –  mandarina y naranja).
  • Mantenga los tiempos de comida. Sí estos tiempos pueden ser parecidos a los de la escuela sería lo ideal para que no sea un cambio tan grande para los niños, siempre debe de haber una diferencia de 2 a 3 horas entre cada tiempo de comida.
  • Controle el tiempo de comida. El tiempo que duren los niños comiendo es fundamental para dar saciedad, se considera que para comer un primero, un segundo plato y un postre, un niño puede tardar unos 40 minutos (el doble que un adulto), por lo tanto inste a los niños a comer despacio cada bocado y a disfrutarlo, por ejemplo, puede enseñarle a dejar el cubierto en el plato entre bocado y bocado.
  • Busque formas de distracción para los niños. Si están pidiendo comida y ya hicieron los tiempos de comida que les correspondían, pueden distraerlos coloreando, jugando un juego de mesa, leyendo, entre otros.