El miedo es un estado de alarma normal del cuerpo para reaccionar ante situaciones de peligro.
Por ejemplo si nos enfrentamos a un temblor, el miedo hace que en nuestro cuerpo se activen sensores que permiten que los niveles de adrenalina aumenten y nos ayuda a tomar medidas para ponernos a salvo, en este caso el miedo es utilizado por el cuerpo como un sistema de defensa.
En cambio la fobia es distinta, es un temor irracional, que presenta una persona ante una situación determinada, para la cual no existen mecanismos internos suficientes, que autorregulen y sean capaces de actuar en forma inmediata para contrarrestar los síntomas que se generan cuando se experimenta una situación aversiva. Es más bien un miedo exagerado y permanente.
Podemos identificar cuando el niño enfrenta una fobia, basándonos en la identificación de la aparición de las siguientes características:
- Aumento de la frecuencia cardíaca.
- Sudor.
- Temblores o estremecimientos.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el pecho.
- Malestar estomacal.
- Sensación de mareo o desmayo.
- Temor a perder el control o enloquecer.
- Temor a morir.
- Escalofríos o calores súbitos.
Existen diferentes tipos de fobias:
- La fobia social. La resistencia a relacionarse con otras personas, porque se puede pensar que le van a hacer algo malo.
- La fobia escolar. Miedo de ir a la escuela.
- La fobia específica. Animales, ambiente, médicos, situaciones diarias, etc.
- La agorafobia: miedo o inseguridad que se siente en un momento o lugar determinado.
- Claustrofobia. Miedo a los lugares cerrados, como el ascensor, las multitudes, el cuarto, además de estas existen otros tipos de fobias.
Las fobias pueden ser producidas por la exposición del niño a una o varias situaciones traumáticas, que desencadenan un miedo irracional, que va a generar altos niveles de ansiedad, poco manejables por el mismo. Algunas personas lo vinculan también con una predisposición genética y también a las conductas temerosas de sus padres, que son transmitidas a sus hijos.
Para identificar una fobia es necesario:
- Llevar un registro del número de episodios de ansiedad que manifiesta el niño.
- Las situaciones que desencadenan el episodio.
- Tener claro cuándo inició.
- La frecuencia con que se presentan los episodios de temor y ansiedad.
- La intensidad con que se presenta.
- Qué tipo de fobia presenta (a qué le tiene miedo).
Es importante tomar estas características en cuenta porque no todos los miedos que presentan los niños son necesariamente una fobia, ya que dependiendo de la edad existen temores normales. En niños pequeños el temor a los ruidos fuertes, la oscuridad, los animales, el médico, personas disfrazadas, la soledad, los seres imaginarios, los fenómenos meteorológicos, los accidentes, la separación, son normales.
En los preadolescentes y los adolecentes, se manifiesta además de algunos de los anteriores, un temor hacia las relaciones sociales, al aspecto físico, al estudio, hacia la orientación vocacional. Hay temores que inician en la niñez y continúan o se acentúan en la adolescencia y en la adultez.
Las fobias son tratadas eficazmente, cuando son detectadas en la temprana aparición, siempre se debe tomar en cuenta que se identifica a partir de una evaluación exhaustiva del niño. Suele tratarse principalmente con tratamiento médico y ayuda terapéutica. La administración de uno o de otro tipo de terapia va a depender del grado de intensidad de la fobia.
El tiempo de duración del tratamiento va a depender del avance del paciente.
Dentro de los criterios que se toman en cuenta para el tratamiento de las fobias están:
- La edad del niño, su estado general de salud y sus antecedentes médicos.
- La extensión de los síntomas.
- El tipo de fobia.
- La tolerancia del niño a determinados medicamentos o terapias.
- Las expectativas para la evolución del trastorno.
- Su opinión o preferencia.
Los padres realizan una labor fundamental en el tratamiento de las fobias de sus hijos, cuando las identifican, algunos consejos son:
- Comprenderlo y apoyarlo.
- Entender que los miedos van a ser superados poco a poco.
- No desestimar lo que el niño siente.
- No ridiculizarlo.
- Hablar abiertamente con el niño sobre sus miedos para brindarle un tratamiento oportuno.
- Mejorar la calidad de vida de los niños que padecen de ansiedad.
- Mantener un estilo de vida ordenado y predecible.
- Procurar que el niño se sienta seguro, comprendido, estimulado.
Los síntomas de una fobia pueden parecerse a los de otros trastornos o problemas psiquiátricos. Siempre consulte a un especialista para el diagnóstico. El tratamiento preventivo suelen evitar trastornos y problemas futuros.
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