En todas las etapas de desarrollo del niño se presentan períodos de rebeldía en los cuales protestan por todo, contradicen todo aquello que se les dice, ponen a prueba no respetando los límites y las reglas establecidas en el hogar. Es la manera que los niños prueban a los adultos hasta dónde pueden llegar y ver qué sucede después. Se puede decir que es un juego de poder entre el adulto y el niño y debemos evitar caer en él, porque entre más atención prestemos a sus reproches fomentamos el comportamiento negativo, mostrándole que si actúa de esta manera obtiene lo que desea.
Este proceso es algo normal pero no es siempre comprendido por los padres, quienes esperan en la mayoría de los casos tener niños más llevaderos. Esta situación conlleva a los padres al estrés, preocupación, molestia, cansancio; pero lo importante es ser empáticos y poder tener un buen manejo de estos períodos.
Es importante saber cómo actuar dependiendo de la edad del niño y saber qué podemos esperar de él. Algunas de las etapas y características de las mismas son las siguientes: La etapa de los dos o tres años, es una etapa donde el niño dice ¨no¨ a la mayoría de propuestas de los adultos donde trata de comunicar que él tiene sus propios deseos. En la etapa de cuatro, cinco y seis años les gusta alardear que son autónomos y no les gusta el fracaso. Edades intermedias en esta etapa es muy importante la aceptación de los grupos sociales y es capaz de desafiar la autoridad de los padres cuando está convencido de lo que quiere hacer. Adolescencia, surge una crisis de identidad, a muchos adolescentes les enoja mucho cuando todavía se les considera niños.
Cuando el niño nos pida las cosas de mala manera no debemos de hacer lo que él desea por mucho que lo exija o grite, es necesario enseñarle que lo pida correctamente, que no es necesario gritar para conseguir las cosas. Muchas veces los niños lo que necesitan es orientación y esto refuerza la tolerancia y la flexibilidad en ellos.
Los padres deben dar el ejemplo, si siempre contestan de mala manera o con un tono de voz no adecuado los niños pueden imitar. Para tener una buena comunicación y lograr que se cumplan los límites y las reglas no es necesario gritar, es necesario ser firme.
Cuando suceda estas situaciones en lugares públicos es mejor manejar la situación de manera privada, manteniendo una conversación calmada y reforzando las reglas que no se cumplieron.
Es importante reforzar positivamente cuando el niño se comporta correctamente y cumple las reglas y los límites.
Hay que considerar que cuando las conductas se agravan y ya los adultos no son capaces de controlar la situación, pueden ser signos de alerta que se deben de tomar en cuenta porque tal vez ya exista un problema de trasfondo más grave y sea necesario buscar la ayuda y orientación de un profesional.
Licda. Norma Astúa González
Psicóloga
Cod.5458
Comentarios recientes