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  • Habituarse a leer las etiquetas y seguir las instrucciones, independientemente de si lo que va a administrar a sus niños se lo recetó el médico o lo compró en la farmacia.
  • Informarse sobre los medicamentos. Eso sí, verifique que sus fuentes sean confiables. Si encuentra una página en internet con información sobre dosis, posiblemente esta página sea dirigida a profesionales de la salud. Prefiera las páginas para padres de familia.
  • Aprenderse, deletrear, saber nombrar y escribir el o los principios activos de los medicamentos que tiene en su hogar. Generalmente están de primeros entre la lista de ingredientes, ya sea en la caja o en la etiqueta. Es importante saber esto para entender, que si un medicamento no le funcionó al niño y recurrimos a otro, lo que estemos haciendo no sea administrándole el mismo principio activo pero con otro nombre comercial; de esta forma evitaremos sobre-dosificar (administrar dosis mayores a las recomendadas).
  • Conocer por qué está dando el medicamento. Es decir, para qué sirve determinado medicamento, por ejemplo, si a lo que ayuda el medicamento es a calmar un síntoma como un dolor de cabeza, o a erradicar una enfermedad. No administre los medicamentos porque alguien que no es profesional en salud le comentó que determinado producto era bueno para una dolencia común. Aunque las intenciones sean buenas, tenga cuidado con las recomendaciones de medicamentos que le dan abuelos, tíos, amigos, etc. Existen personas que administran a sus niños medicamentos que sirven para tratar el asma, cuando la afección es una gripe. Otro ejemplo: un medicamento tan común como la aspirina, no debería recomendarse en niño, con síntomas febriles (fiebre) de gripe o varicela, pues se ha sabido que existe un riesgo incrementado de una complicación seria a nivel de hígado y sistema nerviosos central.
  • Conocer qué medicamentos o principios activos ha tolerado el niño o le han generado alergias o molestias, para poder informar al profesional en caso de que sea necesario.
  • Estar atento para administrar a sus hijos los medicamentos correctamente. La dosis debe ser la correcta, debe administrarse con la frecuencia correcta y por el tiempo correcto.
  • Que el profesional adecuado lo dirija. El acto de diagnóstico y prescripción es un acto médico. La preparación, dispensación y consejo al paciente sobre el medicamento es un acto farmacéutico.
  • Si opta por consultar por un medicamento en la farmacia para tratar determinada dolencia de su hijo, tenga presente que si el paciente cumple tres días con el tratamiento recomendado en la farmacia y no mejora, debe acudir a un médico.
  • Tener presente que los medicamentos pueden interaccionar con otros medicamentos, con comidas, vitaminas y minerales.
  • Que los envases o formas de presentación sean “a prueba de niños”. Almacénelos fuera del alcance de éstos.
  • Revisar las fechas de expiración de los medicamentos antes de intentar utilizarlos de nuevo. Los medicamentos vencidos pueden ya no ser eficaces es incluso algunos pueden degradarse y producir toxicidad.

Muchos son los efectos que puede causar en los niños la automedicación. Evite llevarse un susto y tome precauciones.

Fuente de información:

Dr. Jorge Alberto López Mora

Decano de Farmacia

Universidad de las Ciencias Médicas (UCIMED)

Costa Rica