La bronquiolitis obliterante (BO) es una obstrucción inflamatoria de las vías respiratorias más pequeñas, denominadas bronquiolos de los pulmones. Los bronquiolos son dañados y se inflaman dando lugar a cicatrices extensas que bloquean las vías respiratorias. Es causada especialmente después de infecciones respiratorias.
Se ha determinado que los pacientes con BO presentan desnutrición aguda entre 3 y 20% y de desnutrición crónica de 10%, esta última más marcada en los niños mayores de 10 años. Al inicio se puede observar una perdida exclusivamente del peso, asociado a los cuadros infecciosos agudos graves o recurrentes y además, se puede llegar a comprometer el crecimiento, lo que se busca es poder llegar a una normalización de la relación entre el peso y la estatura. Por medio de una detección oportuna y un adecuado apoyo nutricional es posible lograr una recuperación en la primera fase, al igual que lograr un ritmo normal de crecimiento en talla. En algunos casos no se da una recuperación del crecimiento, lo cual sumado a la menor actividad física y un sostenimiento de altos aportes calóricos, puede favorecer con el tiempo a el desarrollo de sobrepeso, el cual está presente en el 10% de los niños con BO en edad escolar.
El objetivo principal del soporte nutricional es el progreso del crecimiento y desarrollo, con el fin de favorecer una mejor evolución de la patología, así como de la calidad de vida y además, para prevenir el desarrollo de secuelas y patologías crónicas.
Lo principal es solicitar la colaboración de un profesional para así poder llevar el control de forma regular de la ingesta que considere hábitos de alimentación, horarios de las comidas, conducta alimentaria, encuesta y registros.
Por otro lado hay que medir la evolución del peso, talla y perímetro craneano, valorando los índices antropométricos de peso para edad (P/E), talla para la edad (T/E) y peso para la talla (P/T). También es posible estimar en el examen físico la masa magra y la masa grasa a través de pliegues cutáneos y buscar carencias de vitamina y minerales.
Es fundamental comprender que los requerimientos calóricos de cada niño varían de acuerdo a la edad, el sexo y la actividad física, además es importante valorar el gasto calórico por la patología. El primer paso es mejorar la alimentación habitual que el niño recibe, fraccionando los tiempos de comida, pueden ser los 5 tiempos de comida regulares (desayuno, merienda de la mañana, almuerzo, merienda de la tarde y cena) y adicional una o dos meriendas (esto se debe de valorar con el profesional), además se pueden utilizar suplementos calóricos en caso de ser necesario.
Es muy importante ofrecerle al niño una alimentación balanceada para que pueda obtener todas las vitaminas y minerales, este plan de alimentación debe incluir todos los grupos de alimentos como los: vegetales en tiempos de comida como el almuerzo o cena, frutas en tiempos de comida como el desayuno y la merienda de la mañana, así como proteínas en los tres tiempos principales (desayuno, almuerzo y cena), hay que considerar que el requerimiento de proteína es mayor durante el primer año y disminuye gradualmente hasta la adolescencia, carbohidratos, los cuales se aconseja que sean integrales por su aporte de fibra y pueden consumir 2 raciones de lácteos al día.
Cuando el niño se encuentre enfermo y no desea comer lo ideal es no forzarlo a comer, en ese caso, es preferible que coma menos cantidad y de manera más frecuente. Es fundamental la hidratación, por lo tanto se recomienda ofrecerle agua y zumos naturales y con muy poca azúcar entre las comidas.
Existen algunos alimentos que se pueden incluir dentro de la dieta para mejorar el funcionamiento del sistema respiratorio, tales como:
Vitamina A:
- Por ser un excelente antioxidante, protege al organismo del daño de los radicales libres, por lo tanto ayuda a evitar el envejecimiento prematuro de las células del sistema respiratorio.
Vitamina C:
- Se encuentran principalmente en los cítricos como en la mandarina, limones y naranjas, ayuda a reforzar las defensas y a fortalecer el sistema inmunitario.
Vitamina E:
- Esta vitamina cumple un doble propósito en la salud del sistema respiratorio. Sumado a sus propiedades antioxidantes, brinda un refuerzo que da al sistema inmunitario. Además proporciona una mayor protección al organismo frente a las infecciones, una de las causas de deterioro de la función respiratoria. Un puñado de frutos secos (almendras, nueces, macadamia, marañon, entre otras) al día, es una buena garantía para aportar vitamina E.
Ácidos Grasos omega 3:
- Estos ácidos grasos tienen un papel protector importante debido a su efecto antiinflamatorio de las mucosas de las vías respiratorias.
Rábano:
- Este vegetal contiene compuestos azufrados, los cuales son capaces de eliminar la mucosidad bronquial y por su presencia de folatos, refuerza las defensas.
Cebolla:
- Al igual que el rábano tiene compuestos azufrados y mejora la actividad mucolítica y antiinflamatoria de las mucosas; además, ayuda a mejorar la tos, ya que favorece la humedad de las vías respiratorias y a expulsar las flemas. La cebolla se puede procesar y de esta forma incluirla en los alimentos, esto en el caso de los niños que no les guste sentir los pedacitos de cebolla en la comida.
Ajo:
- Contiene anilina, es un excelente antibiótico, posee propiedades antisépticas, depurativas y bactericidas; es expectorante y desinflamante y muy adecuado para casos de bronquitis, gripe y tos. Al igual que la cebolla se puede procesar e incluirlo en los alimentos para que dé esta forma el niño lo pueda consumir.

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