La terapia de lenguaje surgió con el fin de atender aquellos trastornos relacionados con la comunicación de los más pequeños. Con el objetivo de detectar, evaluar intervenir e investigar los trastornos del lenguaje (oral y escrito), habla, voz y la comunicación lingüística no desarrollada, alterada o interrumpida en la población estudiantil desde el nivel de Estimulación Temprana.
Los primeros años de vida de los niños son determinantes para el desarrollo del lenguaje y es de suma importancia detectar y solventar cualquier déficit o trastorno que pueda surgir en esta etapa, en especial entre los 0 y los 6 años, cuando se puede llevar a cabo una intervención temprana.
Algunas de las patologías que pueden presentarse en la edad infantil son:
- Retraso en el desarrollo del lenguaje ( RDL)
- Trastorno específico de lenguaje (TEL)
- Dislalias
- Tartamudez
- Sordera
- Parálisis cerebral
- Autismo
- Asperger
- Síndrome de Down
- Dificultad en la lectura y escritura
¿En qué situaciones sería conveniente hacer una consulta a terapia de lenguaje?
Para ello existen indicadores y síntomas a tener en cuenta:
1. Si no habla o habla muy poco.
2. Si es difícil o no se comprende al niño cuando habla.
3. Si tiene dificultades para pronunciar algún sonido.
4. Si se salta algún sonido o agrega otros que no corresponden.
5. Si respira con la boca abierta.
6. Si se pone afónico con frecuencia o de forma continuada.
7. Si presenta cambios muy drásticos en la voz.
8. Si se observa que tiene dificultades para oír o si, aún escuchando bien, encuentra dificultades para identificar algún sonido.
9. Si presenta alteraciones sensoriales.
10. Si presenta alguna alteración física, como la parálisis cerebral.
11. Si presenta un retraso general en el desarrollo y el lenguaje, autismos y otros síndromes.
12. Si presenta dificultades la hora de leer o escribir correctamente.
Pautas para favorecer y potenciar la comunicación y el lenguaje de su hijo:
- Ofrecer un tiempo determinado para que conteste a nuestras preguntas.
- Demostrar que le escuchamos mirándole cara a cara siempre que intente comunicarnos algo.
- No usar preguntas cerradas, es decir, no usar preguntas en las que sólo tenga que contestarnos si/no porque detienen la comunicación. Usar preguntas en las que tenga que contestar él con el concepto. Por ejemplo: No usar siempre preguntas, como: ¿quieres pan? Usaremos preguntas abiertas, como: ¿qué quieres?, ¿Quieres pan, chocolate o galletas?
- Agregar lenguaje al suyo. Alargar sus expresiones añadiendo información. Por ejemplo: Si dice «galleta» Nosotros le diremos: ¡Ah, que quieres galleta» Toma la galleta (y se la damos). Nunca repetiremos simplemente su estructura. Es decir, si dice «galleta», no repetiremos «galleta» y se la daremos sin más porque sabrá que con sólo decir una palabra le entendemos y por ello no se esforzará más en usar un lenguaje más amplio para comunicarse. Pero, siempre lo ampliaremos con frases simples.
- Ampliar su vocabulario.
- No le haremos repetir palabras, ni expresiones aunque no las haya expresado completamente bien.
- Siempre le felicitaremos cuando se esfuerce en usar el lenguaje, con un aplauso, una sonrisa, un beso, un «muy bien» aunque sólo se haya aproximado al modelo correcto.
- Despertar su curiosidad creando nuevas oportunidades y nuevos contextos para que explore nuevas situaciones y así aparezcan distintas expresiones en su lenguaje.
Está comprobado que la estimulación que le brindemos a nuestro cerebro en momentos cruciales puede ayudar a un mejor desarrollo y desempeño en su larga vida, funciona tanto en niños como en personas mayores, la estimulación de los niños en sus primeros años de vida es de vital importancia, ya que su cerebro se encuentra en un momento en que todo lo absorbe con mayor facilidad, y están mucho más abiertos a la percepción del medio en que se encuentran.
Fuente de información:
Marilyn Retana Hernández
Terapeuta de lenguaje
Costa Rica
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